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Descubriendo las copas

  • sebastianguerrera
  • 3 sept 2016
  • 2 Min. de lectura

Descubriendo las copas

A simple vista, las copas de vino pueden lucir bastante similares en su forma y estilo cada vez que las utilizamos. Sin embargo, pequeñas diferencias en su diseño y esencia pueden llegar a generan un impacto significativo en cómo se experimenta un determinado tipo de vino cada vez que llega a nuestro paladar.

Según expertos, la copa perfecta debe ser de cristal liso y transparente, con delicados bordes finos. A su vez, esta debe tener un tallo de buen tamaño para poder sujetarse fácilmente y un cuerpo amplio con una boca más chica que permitirá disfrutar de los aromas y sabores. Bajo esta premisa se podría decir que la mejor copa es la que posee una forma ovalada ya que mantiene y concentra las propiedades del vino e impide potenciales salpicaduras cuando se haga girar el líquido vertido o se ladee para observar el color.

Así como la temperatura, la ubicación y el contacto con la luz juegan un rol determinante en las propiedades del vino, la copa de cristal cada vez va tomando más consideración en el mundo vitivinícola que día a día intenta perfeccionarse. Veamos caso por caso los diferentes tipos de copas ideales para cada varietal con sus respectivas propiedades.

Copas para vino tino

En el caso de los vinos tintos, las copas especialmente recomendadas son las tradicionales Borgoña y Burdeos que facilitan la expresión máxima de sus características. La primeramente mencionada ofrece un diámetro de cuerpo mayor y una abertura más firme como también un diseño que facilita el giro del varietal en su interior. En el caso de la copa de tipo Burdeos, esta es de uso común a nivel mundial ya que brinda la expresión de los vinos tintos, debido a la amplia forma de la copa, destacando los factores frutales y relegando en un segundo ámbito los taninos del vino que usualmente pueden llegar a ser bastante amargos.

Copas para vino blanco

Las copas de vino blanco en contraposición con el tino son más chicas además de tener una apertura pequeña. Esto se debe a que el vino blanco no necesita un proceso de oxidación para poder alcanzar los aromas y propiedades del varietal. Es decir, cuando se posee una copa de mayor tamaño, existe más superficie con el aire lo que termina generando la disipación del calor o el frío en un lapso de tiempo menor. Al tener una apertura más chica el contenido conserva su temperatura sin llegar a calentarse desmedidamente.

Copa para vinos espumosos

Son las habituales copas donde se sirven el vino espumante o el champán, pero también pueden utilizarse para otro tipo de bebidas similares. Se destacan por tener un tallo largo y una forma de cuerpo estilizada a diferencia de las copas de vino tinto y blanco. Pensadas netamente para mantener el líquido a una temperatura inferior a la media, la copa para vino espumoso brinda la posibilidad de poder apreciar correctamente la formación y progreso de las burbujas características de este tipo de alcoholes.


 
 
 

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